No es el guion de una serie de televisión ni el episodio de un programa apocalíptico. Es la realidad — y en este caso, la naturaleza supera la ficción. Aunque no hay “invasión”, sí existen casos documentados de arañas infectadas por hongos parásitos en entornos naturales de EE.UU.
Un misterioso hongo parásito, que es maestro de la manipulación neuronal, está contagiando a las arañas en Estados Unidos, convirtiéndolas en muñecos manejables antes de acabarlas por dentro.
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Imagina un organismo sin cerebro que puede alterar el comportamiento de otro. Así operan ciertos hongos parásitos emparentados con el famoso Cordyceps, conocidos por manipular insectos en selvas tropicales. Pero no hace falta ir a la Amazonía: en EE.UU. se han documentado casos de hongos como Ophiocordyceps o Gibellula — parientes cercanos — infectando arañas en entornos naturales.
Su modus operandi es de pesadilla: libera esporas que se pegan a una araña, entran a su exoesqueleto y comienzan a crecer dentro de ella.
La manipulación neurológica más espeluznante de la naturaleza
¿Cómo lo hace? El hongo no destruye de inmediato los órganos vitales. En cambio, libera metabolitos que interfieren con el sistema nervioso de la araña, alterando su comportamiento natural. Puede abandonar su telaraña, dejar de cazar o moverse de forma errática. No es un “chip”, sino una manipulación bioquímica que desactiva los instintos de supervivencia — una estrategia evolutiva escalofriante, pero real.
La misión final: tejer el último y más importante refugio
Aquí viene el giro de tuerca: el hongo, ya bien instalado en su huésped, no puede permitirse que la araña muera en cualquier rincón. Necesita humedad, sombra, altura — las condiciones perfectas para que sus esporas vuelen lejos.
Y entonces, como si obedeciera una orden invisible, la araña infectada abandona su rutina. Escala —una rama, un alféizar, la esquina del porche— y allí, con movimientos torpes, teje. Pero no teje como antes. Su telaraña ya no es la obra maestra de la caza: es caótica, irregular, incompleta… como si sus patas ya no recordaran el mapa.
No es una cuna funeraria planeada por el hongo, pero sí un escenario útil. La araña, agotada y vacía de instinto, se detiene en el centro. No “espera su destino”, simplemente ya no puede moverse. Y es ahí, sobre esa telaraña imperfecta, donde el hongo emerge, fructifica… y prepara su siguiente acto.
La explosión macabra: el hongo fructifica y busca nuevas víctimas
El final es tan fascinante como inquietante. El hongo consume gradualmente los tejidos internos de la araña hasta causar su muerte, mientras el exoesqueleto —más resistente— permanece relativamente intacto. Desde el cuerpo del arácnido, emergen estructuras fúngicas (estromas) cargadas de esporas, listas para ser liberadas al viento y encontrar nuevos huéspedes. Este polvillo mortal se libera en el aire, flotando en el jardín, cerca de las puertas… buscando a su siguiente anfitrión para repetir el ciclo.
¿Debo revisar los rincones de mi casa? El riesgo real
Entremos en modo práctico. ¿Vas a encontrar arañas zombis colgando de tus cortinas? Casi seguro que no. Estas infecciones son extremadamente raras y ocurren principalmente en entornos naturales, no en interiores. La mayoría de las arañas domésticas ni siquiera son susceptibles a estos hongos.
El verdadero riesgo no es para ti, sino para los ecosistemas locales. La llegada de un parásito tan efectivo puede desequilibrar poblaciones de arañas, que son controladoras naturales de plagas de insectos.
¿Por qué es una noticia ahora? El cambio climático como cómplice
Algunos investigadores sugieren que el cambio climático — con inviernos más suaves y mayor humedad — podría estar facilitando la expansión de hongos típicos de climas cálidos hacia nuevas regiones. Pero esta hipótesis aún requiere más estudios para confirmarse en el caso específico de los hongos que infectan arañas en EE.UU.
Lo que antes estaba confinado a zonas muy específicas en el mundo, ahora encuentra nuevos territorios habitables para prosperar. Es un recordatorio de que la naturaleza está en constante movimiento y adaptación.
De la pesadilla a la medicina: La ironía de la naturaleza
Y aquí está el giro final, el más irónico de todos. Mientras estos hongos parásitos pueden parecer “villanos”, otros miembros de su familia biológica — como ciertas especies de Cordyceps que infectan insectos — se estudian en laboratorios por sus potenciales beneficios medicinales. Se están investigando sus propiedades inmunológicas moduladoras, antioxidantes e incluso antitumorales.
El hongo que hace una danza de muerte tan exacta podría, más adelante, dar las claves para salvar muchas vidas. La naturaleza no tiene buenos ni malos organismos, solo algunas estrategias bastante complejas para sobrevivir.
La próxima vez que veas una araña en el jardín comportándose de forma extraña, recuerda: el mundo microscópico que vive bajo nuestros pies es el ambiente más viejo e impresionante del planeta.