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Comidas rápidas y la gratificación instantánea

Entre las primeras causas de muerte en el mundo, y en particular en los países llamados desarrollados, se encuentran las causadas por la enfermedad cardiovascular. Y esto se encuentra íntimamente relacionado con los denominados factores de riesgo, en los que ocupa un papel relevante las populares comidas rápidas, que de conjunto con los malos hábitos de consumo de tabaco y alcohol, la vida sedentaria y el tóxico medio ambiente circundante hacen que en muchas ocasiones estas causas conspiren contra el buen estado de salud de abultados segmentos poblacionales.

¿Qué podemos considerar como comidas rápidas?

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En ocasiones se confunde  el alcance del término comidas rápidas contemplando dentro de esta acepción tan solo aquellas comidas también reconocidas como “comidas chatarra” sin incluir también otros alimentos que son portadores de cantidades excesivas de energía, grasas saturadas y azúcar como son:

  • las pizzas,
  • carnes procesadas,
  • comidas que tengan pasta Alfredo,
  • aquellos alimentos fritos,
  • los llamados refrescos de soda o simplemente sodas,
  • ingestión abundante de dulces,
  • productos de panadería ricos en carbohidratos,
  • bocadillos, tapas y kebabs (pinchos de carne adobada de origen árabe envueltos en pan de pita y acompañados de vegetales y salsas de yogur)
  • los burritos mexicanos

Atención particular debemos prestar a la población infantil y de adolescentes que tan fielmente se identifican y más que eso, diríamos que adoran este tipo de comida rápida. Cálculos conservadores arrojan que en el orden del 40 % de personas contempladas en estos grupos etarios son aficionados a las comidas rápidas al punto que se puede considerar como parte de la cultura de estas jóvenes generaciones al identificarse con el ambiente de los locales y sitios de expendio de comidas rápidas.

En torno a la composición dietética de estos productos existe una cerrada controversia pues abundan los defensores del pobre valor nutricional de estas raciones en contraste con los estudios que defienden su adecuado nivel de nutrientes.

A punto de partida de esta óptica es que se ha acuñado el término de “calorías vacías” por considerarse que este tipo de comida rápida es rica en calorías pero pobre en nutrientes.  Considerando la opinión de HelpGuide en función del cálculo del contenido en grasas saturadas de una ración de hamburguesas con papas fritas y una porción de torta de manzana encontramos que tiene el equivalente de grasas saturadas a las que una persona  adulta promedio debe ingerir en el lapsus de tiempo de dos días.

Claro está, de estas palabras no debe deprenderse una proscripción absoluta de este tipo de comida rápida que a muchos gusta. El uso eventual de este tipo de comida no conspira contra una buena salud, se trata de que su uso no se convierta en una práctica consuetudinaria que contribuiría al aumento excesivo de peso, lindando con la obesidad por el desbalance energético por aporte excesivo de calorías.

A tal punto ha llegado esta preocupación que eminentes científicos como Richardson AS (BMC Public Health. 2011; 11: 543) considera que se debe evaluar el impacto de la presencia de estos establecimientos que venden comidas rápidas y su relación con la obesidad para inclinar la balanza hacia estimular u objetar la presencia de estos en las comunidades.

En fin, sin medidas extremas, lejos de eso, se puede hacer uso racional de este tipo de comidas rápidas sin que abusemos de ellas. La racionalidad la pones tu…es tu salud.

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