La vesícula biliar es el órgano responsable por el almacenamiento de la bilis, su forma es de saco membranoso similar a una pera con un tamaño cercano a los 10 centímetros de diámetro.
La vesícula se encuentra situada debajo de la superficie del lóbulo derecho del hígado, inmediatamente detrás de las costillas inferiores.
Su función principal es almacenar la bilis (mezcla de grasa, líquidos y colesterol), secretada por el hígado, que llega a ella a través de los conductos hepático y cístico, y que permanece allí hasta ser requerida por el aparato digestivo.
La bilis, por su parte, colabora en la descomposición a nivel intestinal, de las grasas provenientes de los alimentos; lo que ayuda a que los nutrientes solubles en grasas puedan ser absorbidos de manera adecuada y así estar disponibles en el torrente sanguíneo para el metabolismo celular.
Cuando la vesícula funciona normalmente, vacía su contenido a través del conducto biliar en el duodeno para facilitar la digestión, favoreciendo así los movimientos intestinales y la absorción de nutrientes. Además, al realizar todo ese proceso evita la putrefacción y emulsiona las grasas.
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Síntomas de un problema en la vesícula
Los diferentes problemas que se pueden presentar en la vesícula biliar suelen presentar una sintomatología similar, que se puede manifestar de las siguientes maneras:
Problemas de inflamación y gases
El hecho de que la vesícula esté asociada a la digestión, hace que cuando existe algún problema en la misma, como inflamación, obstrucción o deficiencia en la liberación de la bilis, se comiencen a tener síntomas como digestión pesada, inflamación y gases.
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Fiebre y escalofríos
Si se presentan inesperadamente y sin justificación aparente, entonces eso es indicador de una infección, que de no tratarse puede propagarse hacia otras zonas del cuerpo. Requiere atención inmediata, ya que puede ser muy peligroso para la salud en general.
Mareos
Si a mitad de la tarde, dos horas después del almuerzo, cuando ya la digestión se supone se ha realizado, se sienten mareos y debilidad junto con un abdomen endurecido y eructos frecuentes, es momento de prestar atención.
Estos son síntomas que, si se repiten por varios días, indican la posibilidad de un problema vesicular.
Dolor
Una característica de problemas en la vesícula es la sensación de peso en el abdomen y un dolor que se extiende desde la parte derecha del abdomen hasta el brazo.
En algunos casos el dolor puede comenzar repentinamente de forma intensa, durar unos 15 minutos, desaparecer y volver a aparecer, siendo una situación que puede repetirse hasta por 15 horas, empeorando con la respiración.
Si la enfermedad vesicular está muy avanzada y hay presencia de múltiples cálculos, el dolor puede ser demasiado severo, sintiéndose inclusive hasta en los omoplatos.
Náuseas y vómitos
Son frecuentes en todos los tipos de la enfermedad vesicular, pero solo se presentan acompañados de otros problemas digestivos, como gases y reflujo gástrico, en el caso de la enfermedad crónica vesicular.
Ictericia
Se presenta cuando algunos cálculos biliares bloquean el conducto biliar, haciendo que la bilis regrese al hígado y así a la corriente sanguínea. Esto se manifiesta en un color amarillento de piel y ojos, es una situación seria a ser consultada con el médico.
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Alteración de heces y orina
Si la orina se presenta muy blanca y las heces con una coloración ceniza, eso está asociado a problema vesicular, debido principalmente a un bajo nivel de la bilis.
Otra situación relacionada con la enfermedad crónica de la vesícula, es la diarrea crónica, caracterizada por numerosos episodios diarios (más de 4 evacuaciones al día por 3 meses aproximadamente).
Problemas potenciales de la vesícula biliar
El término de enfermedad de la vesícula biliar se utiliza para diferentes patologías que pueden alterar el buen funcionamiento del órgano, las cuales se han clasificado de la siguiente manera:
Colecistitis
toda inflamación de la vesícula es denominada colecistitis, que puede ser puntual o a corto plazo (aguda), o duradera en el tiempo (crónica). Esta última es consecuencia de varias crisis agudas, que pueden propiciar que la vesícula deje de funcionar correctamente.
Cálculos biliares
El problema más frecuente de la vesícula biliar es la presencia de cálculos, cuya forma y tamaño varia enormemente, puede ser tan pequeño como un grano de arena hasta un tamaño que puede llegar a bloquear los canales vesiculares.
Los cálculos se forman por la existencia de cantidades excesivas de calcio y colesterol en la bilis, que forman depósitos duros que son retenidos en la vesícula durante un tiempo prolongado.
En muchas personas pueden ser asintomáticos por mucho tiempo. Sin embargo, con el paso del tiempo pueden ocasionar inflamaciones, dolores e infecciones. A corto plazo producen colecistitis.
Hay diferentes tipos de cálculos: aquellos formados a partir del colesterol presente en la bilis y los menos comunes, formados a partir del bilirrubinato de calcio (sustancia que se forma cuando ocurre la descomposición de glóbulos rojos).
Son más frecuentes en personas con diabetes, mujeres, quienes padecen de obesidad y aquellas que pasaron por múltiples gestaciones; su incidencia aumenta con la edad.
El tratamiento más habitual es la remoción de los cálculos por medio de cirugía, pero hay casos en los cuales la intervención puede ser sustituida por tratamientos médicos.
Coledocolitiasis
Es la formación o presencia de cálculos dentro de los conductos biliares. Puede manifestarse con cólicos, obstrucción, pancreatitis biliar o colangitis (infección e inflamación de los ductos biliares).
El ducto biliar común, o colédoco, es un conducto que transporta la bilis. que es sintetizada en el hígado y transportada para los ductos hepáticos derecho e izquierdo, que convergen y forman el ducto hepático común.
En dicho ducto la bilis puede entrar en la parte superior del colédoco y descargarse en el duodeno, o entrar en el ducto cístico para ser almacenada en la vesícula biliar.
Cuando se forman cálculos en el colédoco, se denominan primarios. Es un tipo raro de cálculo que puede causar infecciones y no piedras secundarias. Las piedras llamadas secundarias son aquellas que se desarrollan en la vesícula y pasan al conducto biliar.
Colecistitis acalculosa
Es la inflamación aguda de la vesícula biliar en ausencia de cálculos o piedras, pero con los síntomas de quien tiene cálculos.
Ocurre generalmente en personas que han sido sometidas a grandes cirugías, sufrieron quemaduras o traumatismos extensos, infecciones graves, padecen de cáncer, diabetes, insuficiencia cardíaca grave y SIDA.
Infección del conducto biliar común
También conocida como colangitis, es la condición donde se produce infección bacteriana de los conductos biliares.
Todas las situaciones que causan la colangitis tienen en común la obstrucción de las vías biliares y propician el ambiente ideal para crecimiento y migración de bacterias que infectan los ductos obstruidos.
Si la infección no es diagnosticada y tratada de forma temprana, tiene potencial de causar morbilidad y mortalidad significativa.
Absceso de la vesícula biliar
Aunque el porcentaje es bajo, algunas personas pueden desarrollar lo que se denomina empiema, que es la acumulación de gran cantidad de pus con la participación de infección bacteriana cuando hay obstrucción de los conductos biliares.
Se manifiesta con dolor severo del abdomen, fiebre elevada y síntomas de intoxicación. Si no se trata a tiempo, la infección puede propagarse a otras partes del organismo, lo que significaría riesgo de muerte.
Íleo biliar
Es una complicación rara y potencialmente grave de la colelitiasis, caracterizada por una obstrucción intestinal debido a que un cálculo biliar pueda pasar al intestino y producir su bloqueo. Es más frecuente en personas de más de 65 años de edad.
Perforación de la vesícula biliar
Es una de las complicaciones más graves de las enfermedades inflamatorias de la vesícula y se produce por la falta de tratamiento de los cálculos biliares, que pueden migrar hacia la cavidad peritoneal, ocasionando una peritonitis.
Es una condición que puede poner en riesgo la vida. Los síntomas son similares a los de la colecistitis y el tratamiento es exclusivamente operatorio.
Pólipos vesiculares
Son lesiones o crecimientos de la pared de la vesícula que se proyectan hacia el interior de la misma. Pueden ser benignos o malignos. Los primeros en su mayoría están formados por colesterol o provienen de procesos inflamatorios, y los segundos forman el cáncer vesicular.
Cuando los pólipos son pequeños, en general no son riesgosos, pero los de mayor tamaño deben ser removidos para evitar que se conviertan en malignos o produzcan otros problemas de salud.
Vesícula de porcelana
Es una condición en la cual la pared de la vesícula se cubre con depósitos de calcio y la endurecen. Ocurre después de largos periodos de inflamación de la vesícula.
Las personas con tal condición pueden tener un riesgo mayor de desarrollar cáncer vesicular.
Cáncer de la vesícula biliar
Es un cáncer de rara ocurrencia que no presenta síntomas, por lo cual en muchos casos se diagnostica en fases muy avanzadas, cuando ya se diseminó hacia otros órganos como el hígado.
Pero cuando su tratamiento se inicia precozmente con cirugía, quimioterapia y radioterapia, puede tener cura.
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Tratamientos de problemas de la vesícula biliar
Ante la presencia de problemas de la vesícula biliar, lo más indicado será someter al paciente al acto quirúrgico para extirparla y resolver así los malestares generales que provoca.
Técnicamente, la cirugía para retirar la vesícula se denomina colecistectomía, y está indicada en el caso d inflamación, piedras o cáncer.
Cuando se realiza de forma programada y sin complicaciones acostumbra a ser un procedimiento rápido, con una duración promedio de 45 minutos. Solo requiere entre 1 y 2 días de reposo y recuperación para volver a las actividades normales de 1 a 2 semanas.
La colecistectomía puede ser realizada de dos formas, por cirugía convencional y por laparoscopia.
La cirugía convencional, se conoce como cirugía abierta. Se realiza por medio de un corte abdominal mayor para retirar la vesícula. Tiene una recuperación más lenta y deja una cicatriz visible.
La cirugía por laparoscopia es menos invasiva, tiene un tiempo de recuperación menor que la cirugía abierta y se hace por medio de pequeñas incisiones. Existen tres formas de dicho procedimiento:
Colecistectomía por laparoscopia convencional: requiere de 3 incisiones abdominales por donde se pasa el laparoscopio (equipo con fuente de luz y una cámara en su extremo, para que el médico pueda visualizar el interior del cuerpo en un monitor), y los otros instrumentos necesarios para la extracción de la vesícula.
Colecistectomía por laparoscopia transumbilical: es la extracción completa de la vesícula utilizando como orificio único el ombligo, para la introducción de los instrumentos laparoscópicos. Es un procedimiento que deja una única cicatriz casi invisible.
Colecistectomía por laparoscopia transvaginal: en esta cirugía se realizan 3 incisiones pequeñas en el fondo de la vagina, por donde se extraerá la vesícula, en el fondo del ombligo y en el abdomen.
Dichas incisiones son de un tamaño no mayor a 3 mm, por lo cual cuando cicatrizan son imperceptibles. Por tales incisiones se introduce el laparoscopio y el instrumental necesario. Una vez separada la vesícula del hígado se extrae la vesícula por la mini incisión de la vagina.
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