Heces (popó o defecación): ¿qué es normal y anormal?

Existe una inmensa desinformación sobre las heces o popó, desde de su funcionamiento y todo lo que se considera normal o anormal. Tanto así, que un ejemplo común es la relación que muchas personas establecen entre sufrir diarrea aguda y tener alguna enfermedad preocupante.

Aquí te explico cómo identificar cuando son normales las heces y cuándo no. Pero antes, revisemos una información básica y esencial.

¿Qué son las heces o materia fecal?

Las heces son el producto de desecho sólido de nuestro organismo que quedan como resultado de haber extraído de los alimentos, los nutrientes y el agua necesarios.

Si bien se les ha restado la mayoría del agua, en condiciones normales, aún presentan ¾ partes de agua en su constitución. (Referencia)

El resto está constituida por bacterias inofensivas en condiciones normales (microbiota intestinal) y sustancias residuales no digeridas, como la fibra de los vegetales (Referencia).

¿Qué factores influyen en las características de la materia fecal y su frecuencia de excreción?

Existen múltiples variables para que la materia fecal adopte determinadas características en cuanto a su aspecto y frecuencia de emisión. Dentro de las más importantes se incluyen las siguientes:

1. Alimentación

El tipo de alimentos que ingerimos determina el tipo de microbiota predominante, es decir, el tipo de microorganismos que proliferará en nuestro intestino. Las bacterias patógenas están relacionadas con cuadros inflamatorios intestinales y estreñimiento.

Si ingerimos cantidades importantes de vegetales, que contienen fibra y agua, las heces contendrán más líquido, con el aumento subsecuente del volumen y número de evacuaciones.

Si las comidas que consumimos son ricas en proteínas y grasas animales, pero pobres en fibra, el tránsito intestinal será más lento, se absorberá más agua a través de la pared intestinal y las heces tendrán una consistencia dura, dificultando su eliminación. (Referencia)

El agua o cantidad de líquido ingerido es determinante en la función excretora, puesto que al haber más líquido, aumenta el volumen y la consistencia de las heces es más blanda, permitiendo que los movimientos peristálticos la hagan avanzar con mayor facilidad.

Por ejemplo, las frutas, especialmente las manzanas, son ricas en pectinas que son un tipo de fibra con propiedades coloidales. Son capaces de absorber agua y convertir las heces líquidas en sólidas. (Referencia)

2. Ejercicio

El entrenamiento físico también favorece los movimientos peristálticos, y en particular los ejercicios abdominales, que mejoran el tono muscular de la pared abdominal.

Incluso, una de las causas del estreñimiento, condición clínica muy frecuente en la población, es la falta o dimisnución de la fuerza de la prensa abdominal.

Al no tener la fuerza suficiente para aumentar la presión dentro de la cavidad abdominal no habrá tampoco fuerza para aumentar la presión intrerrectal y conseguir expulsar las heces durante la maniobra de defecación. (Referencia)

Si bien es cierto que la actividad física puede ser beneficiosa para el tratamiento de múltiples enfermedades o síntomas gastrointestinales, el efecto dependerá no solamente del tipo de ejercicio, sino también de su duración e intensidad. (Referencia)

Se ha demostrado científicamente que el ejercicio extenuante causa el 70% de los síntomas gastrointestinales que tanto refieren los atletas, especialmente los corredores y los de alto rendimiento. Esto se debe a que el ejercicio induce cierto grado de isquemia intestinal, es decir, reduce el nivel de oxígeno que llega al intestino y genera nauseas, vómitos, dolor abdominal y diarrea con sangre. (Referencia)

3. Emociones

Los estados emotivos influyen poderosamente sobre los nervios de la pared intestinal. Ante emociones intensas como estrés, angustia y miedo, se puede alterar de manera dramática la dinámica evacuatoria, volviéndola deficitaria, o por el contrario, acelerarla hasta producir diarrea.

Asimismo, este estudio reveló que los pacientes que sufren de síndrome de intestino irritable y estreñimiento tienen niveles de depresión y ansiedad mucho más elevados que aquellos individuos con función defecatoria normal.

4. Enfermedades o condiciones de base

Existen condiciones médicas que cursan con estreñimiento o con cuadros de diarrea crónica que es necesario evaluar por parte de un especialista y que puedes revisar aquí.

Desde enfermedades cardiovasculares como la cardiopatía Chagásica hasta trastornos neurológicos como la anorexia nerviosa y endocrinos como el hipotiroidismo están vinculados con períodos de estreñimiento y/o diarrea. (Referencias)

¿Cuáles son las características normales de las heces?

Consistencia:

Su consistencia normal es sólida, bien formada y se mantiene una vez que se excreta.

Color:

El color normal es pardo, pero varía con distintos tipos de dieta y la ingesta de algunos medicamentos.

Olor:

Depende del tipo de alimentos que ingiera la persona. El olor normal es fecaloide, debido a las sustancias volátiles producidas durante la descomposición proteica de los alimentos.

En general, en veganos y vegetarianos el olor es muy débil, debido a la escasa degradación de proteínas de origen animal. El olor se torna más agrio e intenso con dietas abundantes en proteínas o grasas animales.

Volumen excretado:

Es bastante variable, puede fluctuar entre 150 a 250 gramos. Pero en dietas veganas y vegetarianas puede superar los 350 gramos, debido a la gran cantidad de fibra y agua  asociada a este tipo de alimentación. Por el contrario, en las dietas hiperproteicas puede disminuir a 60 gramos (Referencia).

Frecuencia defecatoria:

Una pregunta muy habitual, que de seguro te estás haciendo, es: ¿Cuántas veces al día es normal ir a defecar?

No existe un número exacto, depende de cada persona. Pero el consenso entre los expertos indica que se debería defecar un mínimo de tres veces por semana y de manera regular una a dos veces al día.

Si existe dolor abdominal, dificultad para evacuar o alguna de las características de tus heces cambia sustancialmente, puede ser indicativo de que algo no anda bien.

¿Cómo puedes saber si tu materia fecal es normal?

Para evaluar de manera sencilla el aspecto y las características de las heces, en la década de los noventas se creó la Escala de Bristol que clasifica las heces en siete tipos, que sirven como guía para saber qué está sucediendo a nivel intestinal.

El aspecto se relaciona con el tiempo de permanencia de las heces en el intestino o velocidad del tránsito intestinal, que va en directa proporción con la cantidad de agua reabsorbida a través de las paredes intestinales. A tránsito más lento, menor contenido acuoso.

Escala de Bristol

  • Tipo 1: Bultos duros y separados, como nueces.
  • Tipo 2: En forma de salchicha, pero con grumos.
  • Tipo 3: Como una salchicha pero con grietas en la superficie.
  • Tipo 4: Como una salchicha o serpiente, blanda y suave.
  • Tipo 5: Manchas blandas con bordes de corte claros.
  • Tipo 6: Piezas blandas con bordes irregulares.
  • Tipo 7: Acuosa, totalmente líquida.

Los tipos 1 y 2 se relacionan con estreñimiento, pues indican un tránsito lento y dificultoso, con escaso contenido acuoso.

Los tipos 3 al 5 son considerados normales.

Tipo 6 y 7 es anormal y es indicativo de diarrea.

Aparte del aspecto de las heces, debes sentir que se eliminan fácil y completamente de tus intestinos (Referencia).

¿Qué se considera anormal y cuáles pueden ser sus causas?

Aquí te informo sobre algunas causas probables en trastornos evacuatorios, ante dudas o sospechas de causas más graves, deberás acudir a tu médico.

1. Cualquiera  de los dos extremos: ir muy a menudo o con escasa frecuencia

Tener dificultades para  defecar, hacerlo pocas veces por semana o ir demasiadas veces (más de tres), es considerado anormal.

Al evacuar no debes experimentar dolor, ni sangrado ni requerir un inmenso esfuerzo. Estos síntomas pueden indicar que tienes hemorroides, que son venas de la zona anal que se dilatan anormalmente, que si bien, la mayoría de las veces no son peligrosas, pueden ser molestas y dolorosas (Referencia).

2. Experimentar cambios en la consistencia de las heces

Diarrea

Si tus deposiciones son demasiado acuosas es un indicativo de diarrea, que de persistir y ser demasiado abundante, puede ocasionar severos cuadros de deshidratación, especialmente graves en niños.

Las causas más habituales de diarrea aguda son las infecciones, en particular las causadas por virus y bacterias, además de parásitos.

También los estados emotivos, como nervios, miedo o excitación, pueden producir diarrea.

Una enorme variedad de medicamentos están implicados en cuadros diarreicos, como los antineoplásicos, algunos antibióticos (uno de los más comunes es amoxicilina/ácido clavulánico), antiácidos, etc. (Referencia)

Algunas patologías, como sensibilidad al gluten, celiaquía y algunos síndromes de malabsorción pueden causar diarrea asociada a la ingesta de alimentos que desencadenan la respuesta inmune y posterior evacuación.

Otras condiciones médicas como enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa son causantes de diarrea (Referencia).

Estreñimiento

El estreñimiento es un trastorno muy común, que genera un gran número de consultas médicas por año. Puede deberse a causas dietarias, como déficit sostenido en la ingesta de fibra y líquidos, que favorecen un lento tránsito a nivel colónico.

Existen causas de índole anatómica, más graves y de curso crónico, como trastornos anorrectales (prolapso rectal y síndrome de la úlcera solitaria del recto), o disfunción del suelo pélvico, patologías más comunes en mujeres con histerectomía o con antecedentes de problemas obstétricos.

Otras condiciones que pueden cursar con estreñimiento y malestar son los divertículos y la diverticulitis.

Algunas patologías bastante comunes, como el síndrome del intestino irritable puede ocasionar estreñimiento, diarrea o alternancia entre ambas (Referencia).

3. Cambios en la coloración y aspecto de las heces

Evacuar heces de color negro, verde, gris, amarillo o rojo puede indicar un problema subyacente de mayor gravedad que hay que investigar sin demora.

La mucosidad en las heces puede indicar una fuerte irritación intestinal.

Por su parte, la falta de coloración en las heces puede deberse a una obstrucción del hígado o las vías biliares, como hepatitis, cálculos biliares, etc.

Las heces negras suelen ser una señal de hemorragia interna en una parte más alta del tracto gastrointestinal o respiratorio. Habitualmente se acompaña de olor muy fétido. Esto es imperativo para una consulta médica a la brevedad (Referencia).

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Causas comunes de alteraciones evacuatorias

1. Altos niveles de estrés

La tensión permanente dificulta la relajación intestinal, como ocurre en el síndrome del intestino irritable, causante de que las paredes intestinales se contraigan dolorosamente, ocasionando un pertinaz estreñimiento, o hiperestimulándolo y provocando diarrea.

2. Dieta pobre en fibra

La fibra es el componente de los alimentos que no digerimos. Está presente en frutas, verduras, legumbres, cereales y frutos secos. Hay dos tipos de fibra según su capacidad de disolverse en el agua: soluble e insoluble.

La fibra es fundamental para aumentar el volumen de las heces y permitir que avancen por el intestino. Además promueve la proliferación de bacterias benéficas en la microbiota, que a su vez favorece la degradación y asimilación de ciertos nutrientes esenciales e impide la invasión de patógenos intestinales (Referencia).

3. Alimentos inflamatorios e inmunogénicos

Dentro de la dieta de la mayoría de las personas se encuentran uno o muchos de estos productos que causan reacciones inflamatorias del tubo digestivo.

  • Lácteos convencionales, cuyo contenido graso enlentece el tránsito intestinal. Además contienen sustancias alergénicas como las proteínas (caseína, lactoalbúminas y otras). El carbohidrato que contienen, la lactosa, es una fuente común de intolerancia, especialmente entre la población adulta, que causa distensión abdominal y diarrea. (Referencia)
  • Gluten, presente en las populares harinas de trigo, avena, centeno y cebada. Causa respuestas inmunológicas locales, como el síndrome del intestino permeable, además de manifestaciones sistémicas, como alteraciones dermatológicas o renales. (Referencia)
  • Soya procesada, ha sido relacionada con trastornos autoinmunes e intestino irritable.
  • Azúcares refinados, como la sacarosa y fructosa, causan un aumento de las bacterias patógenas, alterando el tránsito intestinal (Referencia).

4. Alcohol y cafeína

Es conocido que la cafeína y el alcohol promueven la deshidratación, tanto sistémica como a nivel colónico. Aparte de agravar ciertas condiciones como el síndrome del intestino irritable.

El efecto de la cafeína puede variar de una persona a otra, ocasionando urgencia defecatoria en algunas o estreñimiento en otras.

La evidencia indica que la cafeína estimula la secreción de ácido gástrico y la actividad del colon. Pero, no está clara el vínculo entre la ingesta crónica de café y el desarrollo de úlceras gástricas o duodenales, aunque se considera un factor de riesgo. Además, su consumo habitual empeora el reflujo gastroesofágico. (Referencia)

Con el alcohol ocurren eventos más nocivos para tu salud ya que en investigaciones recientes se ha vinculado que esta sustancia influye sobre la microbiota intestinal alterándola y perturbando el ambiente intestinal. (Referencia)

La magnitud de este daño puede ser tan severo que desencadenaría un aumento en la permeabilidad intestinal que a su vez pudiera ser el responsable del escape de las bacterias intestinales hacia otros órganos como por ejemplo el hígado. (Referencia) Esto se manifestaría con cuadros diarreicos severos, dolor abdominal, malestar, fiebre, entre otros.

Medidas para normalizar tu tránsito intestinal

Una vez revisadas las causales más comunes de las alteraciones, veremos las medidas para contrarrestar sus efectos:

1. Aumenta tu consumo de fibra

Debes privilegiar los alimentos naturales y frescos de origen vegetal, como:

  • Frutas (naranjas, duraznos, melones, etc.).
  • Verduras de hoja verde (brócoli, lechugas, etc.).
  • Frutos secos (nueces, almendras, avellanas, etc.).
  • Cereales integrales (arroz integral).
  • Legumbres (porotos, arvejas, etc.).
  • Algunas semillas como la linaza, especialmente adicionada en licuados, en cantidad suficiente. Para los adultos se recomiendan unos 25-40 gramos de fibra por día (hombre adulto 1,80 metros y 70 kilogramos de peso). (Referencia)

Así mismo, favorece la ingestión de aquellos vegetales que causan mejor  efecto en tu organismo, ya que no todos tenemos la misma tolerancia a los mismos alimentos.

¿Por qué es tan beneficioso consumir más fibra?

Aumentar el consumo de fibra en la dieta es beneficioso tanto para los casos de estreñimiento como de diarrea.

En el primer escenario, la fibra mejora el estreñimiento leve y moderado gracias a que incrementa la masa fecal ya que tiene la capacidad de retener agua, aumentar la biomasa bacteriana y al incrementar la cantidad de heces se produce el estiramiento de la pared del intestino y los consecuentes reflejos de propulsión y evacuación. (Referencia)

Asimismo, la fibra especialmente aquella que es altamente fermentable, al absorberse en el intestino hace que se arrastre consigo la absorcion tanto de sodio como de agua. Se ha demostrado que ese efecto es útil para la diarrea ya que contribuye a mantener la función de barrera intestinal. (Referencia)

2. Bebe abundante agua

Los especialistas recomiendan beber 240 mililitros cada 2 horas, con un total de 2000 mililitros diarios. Esto mantendrá tu nivel adecuado de hidratación y facilitará el tránsito intestinal.

El consumo de fibra dietaria puede agravar el estreñimiento si no va acompañado por un aporte importante de agua, ya que funciona expandiéndose en el intestino a expensas del líquido para movilizar el contenido fecal (Referencia).

3. Ingiere alimentos probióticos

Los probióticos corresponden a clases específicas de bacterias benéficas que son ingeridas en algunos alimentos probióticos y favorecen las funciones intestinales, impidiendo el sobrecrecimiento de bacterias patógenas. (Referencia)

Estos alimentos incluyen el kéfir, kombucha, chucrut, kimchi y yogures orgánicos.

4. Supleméntate con magnesio

El magnesio es uno de los minerales más deficitario en la población adulta, por lo tanto, no hay mayor inconveniente en incorporarlo, siempre y cuando su dosificación sea ajustada, atendiendo a los efectos sobre la evacuación.

El magnesio regula el grado de relajación de los músculos intestinales, suavizando los cólicos y facilitando la expulsión de las heces. Tanto el Hidróxido como el Citrato de Magnesio se pueden tomar oralmente y son beneficiosos para tratar el estreñimiento ya que se comportan como laxantes osmóticos que atraen más agua al intestino. (Referencia)

Los suplementos de magnesio están disponibles en varias presentaciones farmacológicas, como óxido de magnesio, gluconato de magnesio, cloruro de magnesio, sales de citrato de magnesio y otros.

5. Cuida tu hígado

El hígado es responsable de producir la bilis que ayuda a digerir las grasas. Cumple además funciones antimicrobianas y digestivas, acelerando el tránsito intestinal. De hecho, se ha demostrado que los pacientes con intestino irritable pueden presentar flujo biliar disminuido. (Referencia)

Cuida tu alimentación para proteger a tu hígado. Puedes recurrir a una limpieza hepática periódica para aliviar su función y descongestionarlo, para facilitar su función desintoxicante y secretora de bilis.

6. ¡A moverte!

El ejercicio físico tiene múltiples beneficios sistémicos, al aumentar las endorfinas, promueve una sensación de bienestar general. Disminuye el estrés y relaja la musculatura intestinal. Estimula el sistema linfático, que colabora empujando los residuos a través del colon (Referencia).

En resumen, una alimentación sana, rica en vegetales crudos y frutas, probióticos y abundante agua, es fundamental para mantener tu salud intestinal, en conjunto con la actividad física y el manejo del estrés.

Así que ya tienes una serie de consejos para tu autoevaluación, para saber si puedes resolver tu situación con medidas higiénico-dietarias o tienes que acudir a un especialista.

Ya que el estreñimiento es una de las dolencias más comunes, puedes compartir este artículo con amigos o familiares.

¿Por qué es tan importante mi aparato digestivo y mi intestino grueso en particular?

A través del extenso recorrido del tracto digestivo se lleva a cabo una serie de procesos físicos y reacciones químicas complejas que tienen como objetivo degradar los alimentos ingeridos, para poder absorberlos y utilizar las sustancias nutritivas que contienen.

Estos nutrientes ingresan en el organismo y se distribuyen por el torrente sanguíneo según la necesidad, ya sea para crecer, para reparar nuestro organismo o para mantener su funcionamiento en general.

La función básica del intestino grueso es absorber el agua y los electrolitos (sales minerales con carga eléctrica), además de almacenar las sustancias sólidas de desecho hasta el momento de su excreción (Referencia)

Espero que esta información te sea de ayuda y haya aclarado algunas dudas. Cuéntanos qué te pareció en los comentarios.

Referencias bibliográficas:

 

 

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