Ataques de ansiedad: síntomas, signos, duración y complicaciones

La ansiedad persistente y crónica es uno de los problemas mentales más comunes en el mundo. Pero muchas personas experimentan algo todavía peor: ataques de ansiedad. Los ataques de ansiedad pueden ser tan severos que incapacitan del todo a una persona, e incluso provocan hospitalizaciones.

Un ataque de ansiedad, también denominado “ataque de pánico”, es un sentimiento de terror súbito, tan intenso que aunque no tenga causa aparente la persona que lo experimenta siente que va a perder el control completamente, o incluso que está a punto de morir.

Los ataques de ansiedad o de pánico por lo general aparecen sin ningún tipo de aviso previo y no tienen ninguna causa fisiológica o exterior aparente. Algunas veces, las personas los experimentan durante la noche, y aunque estén profundamente dormidas, el episodio puede llegar a despertarlas.

Además de un profundo sentimiento de temor, los ataques de ansiedad tienden a acompañarse de un amplio abanico de síntomas físicos reales que, aunque trabajan de la mano con la autosugestión que causa el miedo, pueden llevar incluso al desmayo.

Entre los más comunes encontramos la taquicardia, el dolor en el pecho o en alguna extremidad, dificultad para respirar, destellos de luz en los ojos y la aparición de toda clase de pensamientos irracionales de índole fatalista.

Un ataque de ansiedad puede durar desde algunos minutos hasta más de una hora, y no solo puede ser aterrador para el paciente sino para las personas que lo rodean y que no saben qué es lo que está sucediendo.

Sin embargo, por mucha gravedad que puedan aparentar los ataques de ansiedad, es importante tener siempre presente que no son mortales y que existe una serie de estrategias para manejarlos y controlarlos.

Es muy importante saber diferenciar entre un ataque de ansiedad y una condición médica de urgencia y potencialmente letal. Muchas personas terminan en hospitales creyendo que tienen un infarto, cuando lo que están experimentando es un ataque de pánico.

El verdadero problema es que se presente la situación contraria, en donde una persona está teniendo una crisis médica y quienes están a su alrededor lo confunden con un ataque de ansiedad y no actúan a tiempo.

Lee nuestra guía sobre cómo evitar la ansiedad

Datos interesantes sobre los ataques de ansiedad

Por fortuna, los ataques de ansiedad suelen  presentar algunas características muy particulares que hacen más sencillo diferenciarlos de una crisis médica. Entre estas particularidades aparecen las siguientes:

1. Un ataque de ansiedad ocurre cuando el cuerpo experimenta un súbito y aparentemente inexplicable subidón de adrenalina, completamente desproporcionado a la situación externa que está experimentando el sujeto.

Con frecuencia, podemos identificar algunos detonadores específicos, pero lo más común es que no parezca haber ninguna causa que explique la aparición del miedo.

2. No está completamente claro para la medicina por qué algunas personas experimentan ataques de ansiedad, pero las investigaciones indican que pueden ser la consecuencia de una combinación de factores genéticos, psicológicos y ambientales que hacen a un individuo en particular propenso a experimentar reacciones de pánico en cadena.

3. Casi la mitad de los pacientes que tienen un trastorno de ansiedad o pánico tienen parientes cercanos que también los han experimentado.

4. La parte de nuestro cerebro que se encarga de regular las funciones del miedo y de la agresión se denomina “amígdala” y es una de las secciones más primitivas de nuestro cerebro.

Se considera que alguna anormalidad en la estructura o funcionamiento de la misma puede provocar que ciertos estímulos, aparentemente inofensivos, detonen una intensa respuesta hormonal de miedo.

5. Aunque un ataque de pánico dura por regla general entre quince y treinta minutos, puede ser tan intenso que quien lo experimenta sufre de un cuadro de estrés post traumático posterior. Sin mencionar el miedo latente de que vuelva a presentarse un episodio similar.

Es una realidad que los ataques de pánico no suelen presentarse una sola vez, y que quien padece uno, generalmente padecerá más en el futuro.

6. No hay forma de predecir qué va a detonar un ataque de ansiedad, ni qué tan frecuentemente van a aparecer. Algunas personas con un cuadro muy grave experimentan varios al día, mientras que otras experimentan sólo algunos por año.

Se considera que la persona ya padece un trastorno de ansiedad cuando sus ataques aparecen de forma repetida.

Síntomas de los ataques de ansiedad

Hay algunas situaciones en las que los ataques de ansiedad son detonados por algún evento específico que la persona ya tiene bastante identificado, tales como volar en un avión o hablar en público.

A este tipo de reacciones se les conoce como “fobias”. Sin embargo, la mayor parte de los ataques de ansiedad aparecen de la nada y sin razón o patrón aparente.

Ya sea que la causa del mismo esté o no clara, el síntoma principal de un ataque de ansiedad es una sensación muy intensa e irracional de miedo o muerte inminente.

Además, al menos cuatro de los siguientes síntomas suelen ser concomitantes a un ataque de miedo:

  • Ritmo cardiaco acelerado, también conocido como taquicardia.
  • Sudoración excesiva, particularmente en las palmas de las manos.
  • Temblores incontrolables en todo o alguna parte del cuerpo.
  • Dificultad para respirar.
  • Sensación de asfixia inminente.
  • Dolor o incomodidad en el pecho.
  • Náuseas.
  • Mareos o sensación de estar a punto del desmayo.
  • Sensación de irrealidad o desapego.
  • Cosquilleo o adormecimiento de las extremidades.
  • Escalofríos o sofocos.
  • Miedo de estar perdiendo el control o “volviéndose loco”.
  • Miedo a morir.

Puede que en un ataque de pánico no se experimenten todos estos síntomas, y cada uno de ellos puede tener distintos niveles de severidad, desde el punto en el que son bastante manejables luego de unos segundos de aparecer, hasta el convencimiento absoluto de que estamos a punto de morir.

De hecho, el miedo a que reaparezcan los ataques eleva la cantidad de estrés que padecen las personas y muchas veces causa que los síntomas empeoren gradualmente.

Los ataques de ansiedad, ya sea que duren pocos minutos u horas, se disipan dejando a la persona con un sentimiento intenso de fatiga y desesperanza.

Lee nuestra guía sobre los síntomas de la ansiedad

Causas de los ataques de ansiedad

Un ataque de ansiedad ocurre cuando el cuerpo experimenta un repentino surgimiento de adrenalina que no parece tener una causa específica o que es completamente desproporcionado a los impulsos del medio.

La adrenalina es una de las hormonas más implicadas en nuestras reacciones de agresión, defensa y huida. Es la que provoca que nuestro cuerpo se ponga completamente alerta, tenso y listo para reaccionar con una gran cantidad de energía para enfrentar, defenderse o huir de un peligro.

Si nos topamos con un león hambriento, por ejemplo, y nuestro cuerpo comienza a secretar enormes cantidades de adrenalina, no existirá ninguna duda de que la reacción del mismo fue completamente adecuada y necesaria para garantizar nuestra supervivencia.

El problema de los ataques de ansiedad es que la sensación que aparece es muy similar a que tuviéramos un peligro de muerte enfrente, cuando en realidad estamos mirando la televisión desde nuestra cama, en total calma.

En condiciones normales, los niveles elevados de adrenalina regresan rápidamente a la normalidad cuando desaparece el peligro, pero no sucede en el caso de los ataques de pánico, en los cuales una persona puede tardar horas en recuperarse por completo. Esto es parte de lo que los hace tan desgastantes para quienes los experimentan.

Una forma algo genérica de entender cómo se siente una persona después de un ataque de ansiedad es pensar cómo nos sentimos después de un asalto, un choque o un accidente muy desagradable.

Podemos entender superficialmente lo difícil que es vivir con ellos cuando pensamos en cómo viviríamos si a diario, o con mucha frecuencia experimentáramos esa sensación.

¿Por qué los síntomas de los ataques de ansiedad son tan intensos?

Los ataques de ansiedad combinan una serie de síntomas físicos y psicológicos que se caracterizan por exceder la capacidad de autocontrol de una persona.

Aparecen como un cuadro de síntomas que son tan reales que de hecho se mimetizan con los síntomas de algunas condiciones médicas serias como los ataques al corazón, los tumores cerebrales o la esclerosis múltiple.

Sin embargo, cuando hablamos de ataques de ansiedad, en lugar de corresponderse con una enfermedad, los síntomas más graves generalmente derivan como resultado directo del elevado nivel de ansiedad y de la hiperventilación.

La ansiedad provoca que aumente la producción de adrenalina en el cuerpo. Esta sustancia acelera el ritmo cardíaco y la respiración, hace que sudes más y que estés mucho más al pendiente de las sensaciones que experimenta tu cuerpo.

Adicionalmente, la ansiedad causa que tu respiración se altere de una forma que provoca hiperventilación.

La hiperventilación aparece cuando ingresas a tu organismo más oxígeno del que necesita, y esto causa un efecto paradójico que hace que sientas lo contrario, que no estás ingresando suficiente aire. Este fenómeno causa que intentes respirar aún más profundamente, agudizando los síntomas.

La hiperventilación es la causante de los síntomas más severos de los ataques de ansiedad, como la sensación de desmayo, el mareo y el dolor en el pecho.

¿Qué tipos de desórdenes de ansiedad existen?

El término “ataque de ansiedad” no es un término clínico, más bien se utiliza para describir periodos de ansiedad intensa que son más elevados de la que se experimenta normalmente.

Los ataques de pánico, por su parte, son como los que hemos estado describiendo a lo largo de este artículo. Tradicionalmente, un ataque de ansiedad es una versión un poco menos intensa de un ataque de pánico, aunque la realidad es que los dos términos tienden a usarse de manera indistinta y para referirse a lo mismo.

Quienes usan el término “ataque de ansiedad” para referirse no a un ataque de pánico, sino a una etapa de ansiedad severa, generalmente lo que quieren expresar es una sensación difícil de manejar de sentirse sobrecogidos por la ansiedad y el estrés.

Normalmente la causa tiene que ver con niveles elevados de estrés en la vida diaria y puede revertirse simplemente tomándose un descanso.

En algunos casos, los ataques de ansiedad también pueden aparecer como las crisis severas de un desorden de ansiedad. Por ejemplo, si alguien sufre de un trastorno obsesivo compulsivo, un ataque de ansiedad sería cualquier momento en que la ansiedad se vuelve tan pronunciada que las obsesiones y las compulsiones parecen imposibles de detener.

O, por ejemplo, si alguien padece de fobia social, un ataque de ansiedad sería cuando el miedo a convivir con otras personas se vuelve tan intenso que el sujeto simplemente no lo puede soportar.

No hay un solo tipo de desorden de ansiedad. Cada uno tiene sus síntomas particulares y en algunos casos sí puede encontrarse alguna situación, aunque sea inofensiva, que los detone.

Desorden de pánico (DP)

Se diagnostica cuando aparecen al menos dos ataques de pánico acompañados por el miedo constante a que se presenten episodios similares en el futuro.

Las personas que lo padecen, con frecuencia los vinculan con alguna causa en particular, como viajar, hablar en público o salir de casa, y a raíz del miedo que les genera volver a sentirse así, pueden comenzar a evitar por completo algunas situaciones, lo que normalmente empobrece y afecta su calidad de vida.

Desorden de ansiedad generalizada (DAG)

Es un estado de preocupación constante que siempre está fuera de proporción al estrés o las situaciones reales en la vida de una persona.

Fobia

Se manifiesta por un miedo irracional e incapacitante ante determinados objetos,  personas, animales o eventos. Las fobias más comunes son a ciertas situaciones como hablar en público, estar entre una multitud o las alturas.

También pueden dirigirse a arañas, serpientes o animales domésticos, como los gatos o los perros. Sin embargo, una persona puede desarrollar una fobia hacia virtualmente cualquier cosa.

Existen casos raros de gente que le tiene fobia a las zanahorias, a la luz de las linternas, a ciertas fechas o incluso a las almohadas de plumas.

Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC)

Los ataques de ansiedad pueden aparecer en esta condición como resultado de que alguna de las obsesiones del paciente no pueda resolverse de la manera que él quiere.

Por ejemplo, una persona con trastorno obsesivo compulsivo enfocado al orden puede padecer un ataque de ansiedad por el simple hecho de anticipar que alguien ha cambiado de lugar las cosas de su escritorio.

Trastorno de estrés post-traumático

En una reacción emocional persistente y severa que le sigue a algún evento traumatizante que impacta significativamente en la vida de una persona. Los asaltos, las violaciones, los episodios de guerra o los accidentes con frecuencia conllevan un determinado grado de estrés post-traumático como secuela.

Desorden de ansiedad social

Las personas que padecen un desorden de ansiedad social pueden presentar ataques de ansiedad cuando su timidez e incomodidad en las situaciones sociales les causan pánico, justo como si tuvieran que enfrentarse con su peor miedo.

Y es que, después de todo, para una persona con este trastorno los extraños pueden resultar verdaderamente una fobia.

Los síntomas de una crisis por ansiedad social pueden parecerse bastante a los de un ataque de pánico, pero en la mayoría de los casos es solo una urgente necesidad de escapar de la situación.

Ataques de ansiedad relacionados con el estrés

No todos los ataques de ansiedad se presentan en el marco de un desorden de ansiedad. Aquellas personas que viven bajo estrés intenso y constante pueden padecerlos simple y llanamente como resultado de que su sistema nervioso está llegando al límite del estrés.

La única diferencia entre estas crisis y los ataques de pánico, es que los primeros suelen tener un componente mental un poco más acusado, a diferencia del intenso componente físico de los ataques de pánico.

Las personas pueden tener ataques de pánico aun cuando sienten que no están estresadas en absoluto, y quienes padecen ataques de ansiedad normalmente pueden identificar alguna causa exterior que los detona.

Si padeces múltiples ataques de ansiedad, tienes un trastorno por ansiedad. Pero si los ataques alcanzan el nivel de pánico, entonces lo que se diagnostica es un desorden de pánico. Sin embargo, no es necesario padecer un trastorno para que uno u otro aparezca a lo largo de nuestras vidas.

Por ejemplo, el primer ataque de ansiedad de una persona puede ser detonado simplemente porque el ritmo cardiaco se acelera ligeramente, ya que la ansiedad ha provocado que se vuelva hipersensible a sus pequeños cambios corporales.

La causa que detona un ataque de pánico puede estar en cualquier sitio entre el estrés, la hiperventilación y el miedo a perder el control.

Una vez que has experimentado un ataque de ansiedad, el miedo de que aparezca nuevamente puede ser, paradójicamente, el detonador de los demás, ya que a raíz de este miedo prestamos demasiado atención a nuestras funciones corporales y confundimos cualquier variación normal con el inicio de otro episodio.

Complicaciones de los ataques de ansiedad

Como los ataques de ansiedad pueden mimetizarse con otras condiciones médicas más graves, es importante que cualquier persona que los experimente acuda a una revisión médica, de preferencia con un especialista.

Solo la evaluación de un profesional puede determinar si se trata sólo de un trastorno de ansiedad, o si existe alguna enfermedad subyacente.

Condiciones médicas que pueden causar síntomas parecidos

  • Problemas del corazón.
  • Condiciones respiratorias.
  • Problemas hormonales.
  • Abuso de ciertas drogas o estimulantes.

¿Qué hacer si padeces un ataque de ansiedad?

A menudo, lo mejor que puedes hacer cuando aparece un ataque de ansiedad es dejar que siga su curso natural. Una vez que han comenzado, hay muy poco que puedas hacer para detenerlos por completo, y la mayoría de los intentos de las personas solo logran empeorarlo porque realmente son una reacción que está fuera de nuestro control racional.

No es algo similar a calmarnos con pensamientos positivos cuando algo nos asusta. Pueden prevenirse y su severidad puede controlarse, pero una vez que aparecen, lo mejor es dejar de luchar contra ellos.

Reducir la severidad tiene que ver con reaccionar a los síntomas de manera correcta. Las sensaciones físicas que se experimentan son muy reales, y muy incómodas, pero debemos recordar que no son ni remotamente tan graves como parecen porque no están vinculadas a una enfermedad, son solo producto de la ansiedad.

Si sientes que estás por experimentar un ataque de ansiedad o ya estás en medio de uno, intenta con lo siguiente:

No trates de luchar activamente contra el

Los ataques de ansiedad pueden prevenirse, pero detenerlos una vez que aparecen es muy difícil. Si tratas de luchar y de forzar que la reacción se detenga, en realidad lo único que estarás haciendo será someter a tu cuerpo a más estrés y complicar los síntomas.

Distráete

Puedes atenuar la severidad de los síntomas encontrando alguna clase de distracción. La severidad de un ataque de ansiedad frecuentemente se relaciona con qué tan enfocada se encuentra una persona en los síntomas.

Si puedes distraerte con algo, harás que los síntomas disminuyan su intensidad gradualmente. Si te es posible, llama a alguien por teléfono, o mejor aún, intenta conversar con alguien que esté cerca y conozca el problema.

En su defecto, prende la televisión o el radio, o sal a caminar. Cualquier cosa que te haga desplazar tu atención lejos de los síntomas.

Controla la respiración

Uno de los síntomas más frecuentes de los ataques de ansiedad, es la sensación de que no puedes tomar aire. La reacción más frecuente a esta sensación es el intento de forzar más aire dentro de los pulmones.

Lo irónico es que la sensación de que nos falta oxígeno está siendo causada justamente por un exceso de oxígeno ya que estamos hiperventilando.

Puede sonar difícil, pues la desesperación de asfixiarnos es terrible, pero la mejor forma de combatirla es intentar normalizar nuestra respiración. Trata de respirar normalmente, y verás cómo la sensación de asfixia se disipa.

No trates de ocultarlo

Si tienes alguien que te importa y a quien le importas cerca, considera comentarle la situación por la que estás pasando, de tal manera que sepa cómo actuar si experimentas un ataque de ansiedad.

Muchas personas que no conocen el padecimiento se asustan al mismo nivel o incluso más que quien lo está experimentando, pues realmente sienten que su ser querido está pasando por una urgencia médica, lo que empeora las cosas para todos.

Enfrenta tus temores

Esta recomendación puede sonar ligeramente contraintuitiva, pero si tus ataques de ansiedad parecen ser detonados por alguna causa o situación en particular, puede que más bien tengas una fobia, y la mejor manera de deshacerte de ella es atreverte a enfrentar eso que te asusta de manera gradual.

Los ataques de ansiedad usualmente encuentran su combustible en el reforzamiento, así que si te mantienes alejado de eso que te causa un ataque de pánico, estás reforzando la idea de que es algo que verdaderamente no puedes enfrentar, y no es así.

¿Cómo prevenir los ataques de ansiedad?

Es más fácil prevenir que aparezca un ataque de ansiedad que detenerlo una vez que se presenta. Así que una buena manera de manejarlos es, precisamente, tratar de evitarlos.

Los ataques de ansiedad tienden a crear severas preocupaciones sobre nuestro estado de salud, y la ansiedad por la salud no es algo que desaparezca simplemente yendo a un chequeo médico y escuchando de nuestro doctor que dejemos de preocuparnos porque todo está bien.

Lo que hay que hacer es tomar consciencia de qué es lo que nos está haciendo propensos a experimentar los ataques de pánico, y las razones más frecuentes son:

1. Responder con ansiedad a reacciones normales de tu cuerpo.

2. Estás respirando inadecuadamente, o estás prestando demasiada atención a la forma en que respiras.

3. Estás experimentando mucho estrés, lo cual causa que tu línea base de reacción al mismo se encuentre desequilibrada.

Aprender a controlar estas circunstancias detonantes es la mejor manera de mantener a raya los ataques de ansiedad.

Tratamiento para los ataques de ansiedad

Un ataque de ansiedad ocasional por lo general no requiere de terapia o intervención médica. Pero cuando el problema comienza a impactar en la calidad de vida de las personas, entonces sí se vuelve necesario buscar ayuda para aprender a detectar y manejar los síntomas.

La forma más común de tratar los desórdenes de ansiedad es la terapia cognitiva conductual, enfocada en el aquí y el ahora, que busca enseñar al paciente a manejar y minimizar los síntomas de los ataques a partir de una serie de técnicas de concentración y respiración.

En los casos graves, algunos médicos pueden recomendar ansiolíticos, antipsicóticos o antidepresivos.

Por su parte, un cambio en el estilo de vida, como realizar ejercicio, meditación o yoga, ha probado consistentemente ser efectivo para disminuir la incidencia de los síntomas de los ataques de ansiedad.

Alimentarse adecuadamente y tener buenos hábitos de sueño, también parece ayudar con el problema.

Lee nuestra guía sobre los medicamentos para tratar la ansiedad

Los trastornos de ansiedad y la demencia

Es evidente desde hace bastante tiempo para la medicina que el estrés exacerba las enfermedades mentales. Pero ahora los investigadores se están preguntando de qué manera la ansiedad daña físicamente al cerebro y cuál es el mecanismo subyacente que vincula los ataques de pánico con las enfermedades mentales como la demencia.

Los ataques de ansiedad son espontáneos, episodios aislados de miedo intenso que aparecen de forma abrupta y duran entre quince minutos y más de una hora.

Muchos individuos experimentan uno o varios ataques de ansiedad a lo largo de su vida sin que ello represente un problema de salud, pero aunque no representan un riesgo inmediato, padecer un cuadro de ansiedad generalizada que no se trata adecuadamente, podría incidir en la predisposición a padecer demencia en el futuro.

Por eso si una persona padece ataques de ansiedad con frecuencia, no basta con que se resigne y los maneje lo mejor que pueda.

Siempre es bueno consultar a un especialista para evitar que el problema se agrave o que fomente otra clase de desórdenes mentales en el futuro.

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